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Olvidos, omisiones 

o ¿Algo más?

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Tal vez peque de suspicaz. Pero es que ya está uno muy escamado de tantas, no digo mentiras de esas burdas y groseras que tergiversan la Historia reciente y la antigua, que también,  sino de esas formas de describir hechos que se han producido de una forma clara y sin lugar a dudas, pero que se presentan y se explican de una forma difuminada cuando no sesgada y que deforman la realidad.

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Cuantos casos conocemos de medios de comunicación, de escritores, periodistas o pastores de la Iglesia, que al referirse a asesinatos, fusilamientos, incendios de Iglesias o destrucción del Patrimonio de valor incalculable durante nuestra guerra civil a manos de milicianos del Ejército republicano, se han contado con eufemismos, como” perdieron la vida”, o “destruidos por un incendio”

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Pero todo esto viene a cuento de un artículo publicado en ABC el 8 de Mayo sobre nuestra guerra de África del siglo pasado. Se comentaban tres libros. Uno sobre el general O¨Odonnell, otro sobre el general Silvestre y el tercero sobre la carga de caballería del Regimiento Alcántara, genialmente pintado actualmente por Ferrer Dalmau.

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Con alabanzas al primero, críticas al segundo y reconocimiento admirativo con el tercero. Hasta aquí todo correcto.

Estoy seguro de que sus autores, habrán tratado  los tres temas,  con sus luces y sombras, con rigor histórico. Pero yo me refiero a la extensa síntesis, una página entera, que hace el periodista, que en definitiva es con lo que se habrán quedado miles de lectores.

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¿No resulta extraño que al referirse a esta etapa de nuestra Historia, y a la cita de sus protagonistas, no haya habido la menor mención a otro general que poco después detuvo esta trágica sangría, pacificando el territorio, ni tampoco al nombre del oficial que mandaba el Regimiento Alcántara?

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Y es que, de ahí mi suspicacia. Los dos nombres omitidos ¡Vaya por Dios!, tenían el mismo apellido: Primo de Rivera. Uno, D. Miguel, también general y presidente del Gobierno, y el otro, D. Fernando, coronel que mandaba el Regimiento y que por su heroica acción recibió la Cruz Laureada de San Fernando a título individual, así como la colectiva su Unidad, como en este último caso sí se reconoce en el citado artículo.

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Y que en la conclusión, de que “el desastre de Annual había provocado un desánimo y sabor amargo en los españoles, que no cesaron con las victorias posteriores en Alhucemas”  sin citar a quien dirigió el desembarco, y quienes fueron los protagonistas del mismo, resulta un poco extraño y surge otrapegunta: ¿Habrá sido por no citar a Primo de Rivera, a Franco y a las tropas legionarias de Millán Astray?

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La sospecha, tal vez exagerada por mi parte, de que hay manos negras en el mundo de la información, que determinan lo que se puede decir y lo que no, y que lo que se cuente tiene que deberse a un patrón establecido, se avala con la siguiente anécdota personal.

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Mi nuera, viene desde hace un año luchando ejemplarmente contra el cáncer y dedica parte de sus horas a dar charlas a otras mujeres y a sus familias, contándoles su historia y sobre cómo se puede afrontar mejor la enfermedad.

El otro día la entrevistaron en un canal de televisión sobre el tema, y cuando días después salió en pantalla el programa, curiosamente se habían suprimido las referencias que había expresado, de que una buena parte de su respuesta vital, estaba  sostenida por su fe religiosa.

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Y de nuevo otra pregunta: ¿Qué extraño tabú. O qué instancia superior hace que el presentador de un medio, crea conveniente, o se sienta obligado, a omitir que una persona tenga la convicción de que la ayuda de su creencia religiosa pueda influir favorablemente, no digo ya en la curación, sino aunque solo sea en el consuelo, en la esperanza e incluso en la alegría de su situación?  Seguramente, si de hubiera referido a un tratamiento de yoga, a una meditación oriental, o a una terapia exotérica, eso se hubiera magnificado en la entrevista.

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España se llena de llamativos titulares sobre corrupciones políticas o agresiones sexistas. Y ls calles de manifestaciones pidiendo a gritos  democracia, justicia y libertad para todos y para todo.  

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¿Para cuando una manifestación para pedir, para exigir, libertad para expresar opiniones, sentimientos o creencias, también para todos,  sin temor a despidos, exclusiones, o “muertes civiles”?

 

L. Fernando de la Sota.

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© 2019.  Club de Opinión Encuentros 

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